La alcachofa
La alcachofa o “alcaucil” es una planta que pertenece al género “Cynara”.
Procede de Egipto y está distribuida por todo el Mediterráneo. Al parecer, ya era conocida por griegos y romanos, que le otorgaban poderes afrodisíacos. Su nombre, según la leyenda, procede de una bellísima muchacha llamada así y seducida por Zeus, que después la transformó en alcachofa.
Durante la Edad Media no se conocía y se piensa que en esta época, del cultivo sucesivo de los cardos, los horticultores poco a poco lograron la consecución de la alcachofa mediante diversas transformaciones.
Consumida en la Italia del siglo XV, la tradición dice que fue introducida en Francia por Catalina de Médicis, a la que le gustaba comer corazones de alcachofa. Esta florentina, al casarse con el rey Enrique II, las llevó desde su Italia natal a Francia. Por su parte, Luis XIV era otro gran consumidor de alcachofas.
Fueron los colonos españoles y franceses los que la introdujeron en el continente americano. En España esta introducción la llevaron a cabo los árabes y se duda entre la posibilidad de que nos enseñaran su cultivo o que aplicaran las técnicas aprendidas en origen para transformar los cardos que siempre poblaron nuestra geografía. Quizás esta posibilidad sea la más creíble porque incluso, en la actualidad, en Extremadura y en Andalucía, se consume la base de las flores de cardo borriquero, cuando todavía están tiernas, en una preparación llamada “Cazoletas” o “Cabezuelas”, un sabroso guiso con carne de cordero.
Otra especialidad, al otro lado de la península, es la “Olleta benicarlanda”, tradicional de Benicarló, que se hacía con los tallos tiernos de los “Cardets”, que en su evolución se convirtieron en alcachofas; y que son el espíritu de un plato en el que se unen muchos y variados componentes.